Mark Twain, cuyo verdadero nombre era Samuel Langhorne Clemens, nació en 1835, coincidiendo con el paso del Cometa Halley cerca de la Tierra.
Un año antes de morir dijo: «Vine al mundo con el cometa Halley en 1835. Vuelve de nuevo el próximo año, y espero marcharme con él. Será la mayor desilusión de mi vida si no me voy con el cometa Halley. El Todopoderoso ha dicho, sin duda: ‘Ahora están aquí estos dos fenómenos inexplicables; vinieron juntos, juntos deben partir’. ¡Ah! Lo espero con impaciencia. Y acertó: murió un día antes de la llegada del cometa. Recopilamos algunas de sus frases más célebres.
Cuando era más joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no.
El 28 de diciembre nos recuerda lo que somos durante los otros 364 días del año.
El arte de vivir consiste en conseguir que hasta los sepultureros lamenten tu muerte.
¿Por qué nos alegramos en las bodas y lloramos en los funerales? Porque no somos la persona involucrada.
Hay tres clases de mentiras: La mentira, la maldita mentira y las estadísticas.
La verdad es más extraña que la ficción.
Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.
Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas.
Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar.
En dos ocasiones no debería jugar el hombre; cuando no tiene dinero y cuando lo tiene.
Para lograr todo el valor de una alegría has de tener con quien repetirla.
Cuando era más joven podía recordar todo, hubiera sucedido o no.
El 28 de diciembre nos recuerda lo que somos durante los otros 364 días del año.
El arte de vivir consiste en conseguir que hasta los sepultureros lamenten tu muerte.
¿Por qué nos alegramos en las bodas y lloramos en los funerales? Porque no somos la persona involucrada.
Hay tres clases de mentiras: La mentira, la maldita mentira y las estadísticas.
La verdad es más extraña que la ficción.
Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.
Nada necesita tanto una reforma como las costumbres ajenas.
Cada vez que se encuentre usted del lado de la mayoría, es tiempo de hacer una pausa y reflexionar.
En dos ocasiones no debería jugar el hombre; cuando no tiene dinero y cuando lo tiene.
Para lograr todo el valor de una alegría has de tener con quien repetirla.