En un mundo ideal

Un mundo ideal

Es más que probable que si cambiamos algo de este mundo, todavía irá peor. Pero si de algo estoy seguro es de que el planeta estaría muchísimo más sano sin la presencia del hombre. Proclamar la extinción del ser humano para mejorar el mundo es pesimismo de calidad. Sinceramente, creo que es algo más: realismo.

Ya no sería mundo, como dirían los filósofos. Sería algo mejor, muchísimo mejor.

Todo sanaría: El aire sería más puro, el mar más limpio, las especies en vias de extinción se regenerarían, abundaría el agua en los ríos, bajaría la temperatura global…

Y, más importante aún: desaparecería la maldad de la faz de la tierra. ¿O es que hay algún animal con maldad?

En los documentales sobre animales puede verse un detalle que para si quisieran los humanos. Cuando cazan, lo primero que hacen es matar a la presa. Tal vez les de repelús que siga moviéndose entre sus garras. Pero lo cierto es que la víctima sufre el menor tiempo posible. Nosotros, los humanos, hacemos sufrir innecesariamente a todo cuanto nos rodea: al hombre mismo, a la naturaleza, a los animales, incluso a nosotros mismos. Quien no es sádico es masoquista. Y muchos, ambas cosas.

En cuanto a lo que nuestra inteligencia única hace a los animales, podríamos ponerlo en un capítulo aparte, incluso en tomos coleccionables. Algunas vacas están toda su vida atadas a una reja sin poder apenas moverse. Las gallinas ponen huevos dentro de una jaula que no abandonarán hasta que ya no salgan más huevos de su plumoso culo. Miles de personas disfrutan viendo como un toro es pinchado cruelmente por un tipo que, en la mayoría de las ocasiones apenas sabe leer.

En China, cientos de osos viven en una jaula de hierro. Deben permanecer acurrucados ya que esas jaulas son demasiado pequeñas como para que pueda estirarse. Los tienen ahí para sacarles la insulina. Son fábricas vivas de insulina. Por supuesto, su desesperación por salir de esta situación es inútil, una desesperación que se manifiesta con fuertes golpes contra los barrotes de la jaula. Esta situación acurrucada, entubada se alarga hasta la liberadora muerte del animal.

La piel de foca ha sido muy apreciada para confeccionar abrigos de piel de foca. Pero éstas quedaban vivas sin piel durante horas.

Para disfrutar del paté de “fuá” se somete a un pato a una tortura infernal hasta que su hígado, que normalmente pesa 120 gramos, llega a los 2 kilos. Para conseguirlo se le introduce, mediante un tubo, comida hasta que revienta.

Si con los animales somos más crueles de lo que una imaginación sana puede concebir, con el propio hombre la cosa es aún peor. Las muestras del trato que merecen unas personas por parte de otras están todavía hoy patentes y en plena práctica. Porque lo de torturar es una moda que nunca pasa. O matar a niños inocentes para vender sus órganos, o lanzar toneladas de bombas sobre la población civil (esto me hace gracia, como si los soldados no fueran personas) en defensa de la paz (esto me hace más gracia aún).

Nos cuentan que son daños colaterales. Que no se pueden evitar. Pero quienes ordenan las guerras evitan mandar a sus hijos al frente. Nos cuentan las muertes que ha habido en un bombardeo. Lo que no nos cuentan tanto es cómo han muerto (con las bombas de fósforo, parecidas a las de napalm, el cuerpo prácticamente se desintegra por la gran temperatura de una especie de pasta que se te quedaba pegada a la piel), ni como quedan los vivos que, posiblemente más de uno, hubiera preferido morir.

Si con sus congéneres el ser humano es capaz de las mayores atrocidades, con el planeta, que aquí se quedará cuando yo me vaya, no hay mejor trato. Parece que tuviéramos que llevárnoslo todo al otro barrio. La avaricia, la obsesión por la posesión, la ausencia de límites en el afán de tener más y más cuanto más se tiene, hace que nos importe una berenjena frita las consecuencias de nuestra torpeza moral.

Para pescar 4 sardinas y media se echan redes que acaban con todo lo vivo y con todo lo que tiene que nacer en decenas de kilómetros. Los residuos que se echan a los ríos o al mismo mar hace casi impensable que pueda seguir algo con vida. Se queman bosques a destajo con tal de obtener madera o terrenos edificables. Se talan los árboles de las frondosas selvas que quedan, el desierto avanza, las especies se extinguen, el calentamiento global debido a toneladas, millones de toneladas que se vierten en la atmósfera hace estragos en el clima. Donde hay sequía extrema puede aparecer repentinamente una tormenta que se lleve a un pueblo entero. Pero eso no importa. Lo que si importa al hombre es morir lo más rico posible. Ni siquiera disfrutar de lo que tiene porque muchos no tienen tiempo material.

Efectivamente, mi visión es que este mundo es una mierda y que sólo sería algo maravilloso si el hombre lo abandonara definitivamente. Seguro que millones de especies aparecerían y que las que hay disfrutarían de un equilibrio natural.

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