Los proverbios son frases cuyo enunciado es prácticamente una sentencia. Tal como están construídos, nadie se atreve a toserle a quien los pronuncia. Sin embargo, tal y como pasa en cualquier frase famosa, y puesto que las hay que se contradicen entre sí, tampoco deberíamos tomarlos con la seriedad con la que están construídos. Salomón escribió la colección más famosa: «Libro de los Proverbios».
El que no da un oficio a su hijo, le enseña a ser ladrón.
La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces.
Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar.
Por la ignorancia nos equivocamos, y por las equivocaciones aprendemos.
Si un negocio te abruma por el principio, comienzalo por el fin.
El hombre que no sabe sonreír, no debe abrir tienda.
No hay sustituto para la experiencia. En la abundancia de agua, el tonto tiene sed.
El habla es plata; el silencio es oro.
El que no da un oficio a su hijo, le enseña a ser ladrón.
La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces.
Es mejor viajar lleno de esperanza que llegar.
Por la ignorancia nos equivocamos, y por las equivocaciones aprendemos.
Si un negocio te abruma por el principio, comienzalo por el fin.
El hombre que no sabe sonreír, no debe abrir tienda.
No hay sustituto para la experiencia. En la abundancia de agua, el tonto tiene sed.
El habla es plata; el silencio es oro.