Me asombra la facilidad que tiene algunos para establecer su tiempo de ocio en el límite, en el lugar en el que un centímetro mal calculado, un segundo de más o de menos, o un fallo de cálculo en las fuerzas, los llevaría directamente al purgatorio.
A mi me tiemblan las piernas con solo pensar que tengo que subirme a una silla para cambiar una bombilla. Y cuando me subo, tiemblo yo, tiembla la silla y tiembla la bombilla. Y cuando consigo mi objetivo, me siento un héroe, más que superman, un ente mezcla de humano y divino.
Pero claro, al lado de estos tipos, soy un miedica incapaz de no sentir vértigo al mirar los cordones de los zapatos para atármelos.
¿Será que la gorra de Red Bull tendrá alas? Porque, la verdad, cuando miro esas fotos, cuando veo que un simple desliz sería el último, pienso que yo no sería siquiera capaz de hacer las fotos: saldrían todas movidas por el tembleque que me entraría.
¿Están hechos esos chicos de otra materia? Seguro que tienen una facilidad inmensa para moverse en entornos peligrosos. Seguro que su concepción del tiempo y del espacio se calcula a otra escala. Seguro que ellos pueden contar los aleteos de una mosca mientras yo ni siquiera me he enterado de la mosca.
Por supuesto que he pensado que tal vez todo sea una excelente demostración de sus habilidades con Photoshop. Pero, aún así, no creo que pueda competir con ellos en nada. Admiro su bella locura, sí, pero no la comparto, desde luego.