Cuando no te quieren como tu quieres que te quieran

No todos actuamos de la misma manera ante una misma emoción. Por ejemplo, paseando por el bosque y al vernos sorprendidos por un lobo, todos tendremos miedo. Al menos la gran mayoría. Pero no todos reaccionaremos igual. Algunos intentarán correr. Otros ni siquiera podrán porque se quedarán paralizados. Otros gritarán y tal vez asusten al lobo. Otros buscarán un palo o una piedra para defenderse. Y algunos más tal vez se queden quietos, haciendo frente al lobo con sangre fría, sabiendo que es la única manera de que éste no ataque.

Efectivamente, ante la misma emoción, cada cual puede actuar de forma distinta a todos los demás. No porque uno se quede quieto ante el lobo significa que no tenga miedo.

LOS PERROS
Otra cosa: ¿por qué nos gustan tanto los perros? Aparte de porque nunca nos llevan la contraria, no se meten con nosotros, no nos critican y no se enfadan si pasamos de ellos, los perros siempre demuestran alegría cuando nos ven llegar. Literalmente saltan de alegría al vernos. Nos quieren besar, se les nota su canina sonrisa irreprimible. Cuando los llamamos, acuden con alegría. Nunca con desgana. Nunca están tan ocupados como para preferir cualquier otra cosa a las caricias de quien lo ha acogido.

NO DEDUZCAS UN SENTIMIENTO POR SU EXPRESIÓN
Pero los humanos no solamente no actuamos como perros sino que actuamos de forma distinta a otros humanos. Por eso, algunos son expresivos; otros nada. Los hay que hablan por los codos, otros ni que les maten. Y cada cual es oveja de un corral en la que el resto de las ovejas son casos únicos.

Por eso, el hecho de que la persona a la que amamos no se manifieste como esperamos, no significa que no sienta un amor incluso más profundo que el que sentimos nosotros.

Puede que no salte de alegría al verte. Pero simplemente porque es más tímido o porque ha estado acostumbrado a la moderación extrema en sus sentimientos. Puede que haya decidido no demostrar todo lo que siente por los palos recibidos con anterioridad. Puede que no te llame tantas veces como tú llamas porque a ti se te pasa el tiempo más lento y el otro está entrando y saliendo en reuniones de trabajo sin parar.

Imagínate ahora disfrutando los dos de unas vacaciones a bordo de un lujoso barco. Va vuestro hijo con vosotros. Es de noche. De repente, el hijo cae al mar. ¿Actuaríais igual? ¿Los dos llorando y sin mover una pestaña? ¿Los dos os tiraríais al mar intentando salvar a vuestro hijo? ¿Tal vez llamaríais a alguien de la tripulación para que pare el barco? Si uno de los dos se queda sin hacer nada, ¿significa que quiere menos que el otro a su hijo? ¿Podrías juzgar la calidad del amor de cada uno por su reacción?

LOS HOMBRES Y LAS MUJERES NO SOMOS IGUALES
Sólo en la finalidad del lenguaje, los hombres y las mujeres son completamente distintos: el hombre es directo, la mujer suele dar más rodeos. Si siendo mujer esperas que el hombre sea tan sutil como para captar una indirecta, vas «apañá». Si quieres que un hombre baje la basura, dile: «baja la basura, por favor». Si le dices que el piso huele mal por la cantidad de basura que hay, te dirá que abras la ventana.

También actuamos de forma distinta ante las adversidades. Las mujeres necesitan comunicar. El hombre necesita silencio y espacio. Ambos se sentirán mal tanto si la mujer intenta consolar al hombre como cuando el hombre deja tranquila a la mujer en un momento de contrariedades. No es que no se quieran, es que son diferentes y reaccionan diferente ante una misma situación. Sabiendo eso, evitaremos pensamientos tan tóxicos como innecesarios.

Puedes ver más detallado este tema en este fantástico post:
http://www.libr3mente.com/no-entiendo-a-los-hombres-no-entiendo-a-las-mujeres/

INSEGURIDAD
Es comprensible que necesitemos comprobar que el otro está con nosotros por amor y no por otros temas. Las manifestaciones de este amor son las únicas pistas más o menos fiables que nos certificarán la validez de ese amor. Por eso, cuando no encontramos esas pistas y las que hay parece que indican todo lo contrario, es posible que creamos que el otro no nos quiere en absoluto, que está con uno por entretenimiento, por dinero, por seguridad, por prestigio, o por vaya usted a saber qué.

Si nos obsesionamos con el análisis del comportamiento, acabaremos mal. Todo acabará mal. La propia duda demuestra inseguridad. Y esa inseguridad se autoalimentará hasta convertir una sospecha infundada en realidad.

EL AMOR NO SE PUEDE CONTROLAR
El amor es algo que escapa al control de la voluntad. Uno no puede querer a otro por decisión. Ni tampoco dejar de querer en un momento dado. Surge, se siente y se deja de sentir cuando menos lo esperas. Nunca podrás convencer a alguien para que te quiera si ese alguien no te quiere. Si no te quiere, no te quiere y tendrás que aceptarlo. Luchar contra eso es luchar contra los molinos de viento. Querer cambiar lo imposible es tener ganas de sufrir por sufrir.

Del mismo modo, si tu no quieres a alguien empeñado en que le quieras, no podrás encender un interruptor y empezar a quererle. Y ese otro tendrá que aceptar que tu corazón esté, quizás, en manos de otra persona.

ENTENDER Y ACEPTAR AL OTRO
Concretando, no hay que esperar que el otro se comporte como tú. Para eso tendremos que aplicar toda la comprensión del mundo. Hay hombres que son como niños grandes y les gusta jugar con la Play. El hecho de que prefieran pasar con la Play un rato que podrían estar contigo, no significa que no te quieran, ni muchísimo menos. Si el otro no quiere ir de viaje contigo porque siente pánico a volar, no quiere decir necesariamente que no es capaz de un pequeño sacrificio por ti: es algo superior que no puede controlar. Nada de eso tiene que ver con el amor. Son pruebas que «no proceden».

También sería interesante adaptarlo todo al distinto comportamiento entre hombres y mujeres.

Seamos prácticos y dejemos de cuestionar continuamente al otro. Si el otro te hace sentir bien, es que todo va bien. Porque si algo va mal, te enterarás. Disfruta del momento y olvídate del resto. Posiblemente no sean más que conjeturas sin fundamento.

Además, si no te quieren como quieres que te quieran, y eso te hace sentir mal, sólo hay una solución: buscar a alguien que te quiera como tu quieres. Lo que no es posible es cambiar la forma de querer de los demás.

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